La barra rojinegra, retrato de negocios y violencia

Transas y crímenes. Al procesar al "Panadero" por los crímenes de "Pimpi" y "Quemadito", un juez detalla cómo opera el núcleo duro de la hinchada, "la sombre de los clubes".

 

En una ciudad de raíces futboleras tan apasionadas como Rosario, cualquier individuo que concurra a partidos de fútbol, tanto en el Coloso del Parque como en el Gigante de Arroyito, conoce detalles de la barra brava que maneja su club que otros ignoran. Sin embargo, en la resolución de procesamiento de Diego "Panadero" Ochoa como autor intelectual de dos asesinatos por encargo y una tentativa de homicidio, el juez de Instrucción Javier Beltramone se permite analizar a "La hinchada más popular" (como se conoce a la barra de Newell's) a partir del relato de cuatro ex integrantes caídos en desgracia, como una estructura donde se depliegan influencias, negocios y violencia. Lo novedoso es que todo esto quedó plasmado en una resolución judicial y que podría ventilarse en un juicio oral y público. El procesamiento al "Panadero" Ochoa como ideólogo de los asesinatos de Roberto "Pimpi" Camino y Maximiliano "Quemadito" Rodríguez tiene 271 páginas. A los testigos que aparecen allí abundamentemente se los mencionará por sus iniciales para evitarles riesgos adicionales. El juez Beltramone utiliza 64 carillas de su resolución para examinar, desde su gestación, a "La hinchada más popular". Y su vinculación con una de las bandas delictivas más poderosas de la región. El dictamen hace hincapié en que al allanar la vivienda de Panadero, el
martes 20 de agosto pasado, se halló documentación respecto al apoyo que Máximo Ariel "Guille" Cantero, uno de los líderes de la Banda Los Monos de barrio Las Flores actualmente preso, le brindaba a Ochoa. Testimonios del riñón. Tres de las personas que prestan testimonio —M. P. P., S. R. y C. A.— pertenecieron al núcleo duro de la barra del "Panadero" desde su inicio, cuando todavía sobre el paravalanchas mandaba Roberto "Pimpi" Caminos, hasta un incidente que se resume con el término "entangada". Así se conoce al intento de golpe que sufrió Ochoa el sábado 4 de de septiembre de 2010 cuando fue agredido por parte de "su" gente. El restante testimonio —de P. E. A.— muestra que después de ese incidente la estructura y su funcionamiento no se resintió. Sólo cambiaron los nombres. Beltramone arranca a partir de la publicación de una foto de LaCapital publicada el 9 de febrero de 2009. El sábado 7 de febrero Newell's había iniciado el campeonato ganándole a Gimnasia y Esgrima de La Plata en la cancha y en la tribuna había debutado Diego "Panadero" Ochoa como jefe de la barra. Esa postal quedó retratada. Diez hombres sobre el paravalanchas, el trono simbólico del jefe de la barra. La idea de renovación y cambio en la barra era simultánea a la campaña política que terminó con los 14 años de liderazgo de Eduardo J. López a manos de Guillermo Lorente, el actual presidente rojinegro. Los referentes principales a los que convocó Ochoa fueron, según el testimonio de C. A., Sergio "Quemado" Rodríguez y su hijo "Maxi", "Morci", "Pollo" Bassi, "El Indio" de Villa Gobernador Gálvez y "Teto" Vázquez junto con sus hermanos; estaban además "Seba" Gil, "Betito" Godoy, Benito, Joel, Diego Malcovich, David "El Porteño" Rodríguez, "Virus", Dieguito Noguera y varios más, de acuerdo al relato de C. A. Todas esas personas se conocían desde al menos cinco años. La mirada sobre la barra era la de un núcleo de negocios. "La barra sería manejada por todos en partes iguales y prometió (Ochoa) un montón de cosas a cada uno", explicó M. P. P., que como era patovica "manejaría un grupo de gente de seguridad del club en los eventos del estadio cubierto. También dijo que iba a ir en el colectivo con los jugadores, como jefe de seguridad, y que abrirían un gimnasio en el club y que él iba a ser el encargado". Una vez en el poder la barra ese núcleo se dividió en "los que portaban arman y actuaban de sicarios" y "la fuerza de choque", que resolvía a las trompadas las escaramuzas dentro de El Coloso. Trabajos pesados. Entre los primeros sicarios estaban Maximiliano Rodríguez, Diego Malcovich (ambos murieron asesinados), Pablo Alderete, Carlos "Betito" Godoy y Héctor David "El Porteño" Rodríguez. Estos tres últimos están detenidos por distintos asesinatos. "Betito" Godoy está condenado por el asesinato de "Pimpi" Caminos. Del lado de la fuerza de los músculos estaba Matías Pera y sus patovicas. Esa estructura saltó por los aires el día de "la entangada" (ver aparte). "La verticalidad y la organización de tinte parapolicial de estos personajes se advierte de manera manifiesta", explica Beltramone en su resolución. También se hace referencia a que durante sus primeros días al mando de la barra, "Pimpi" Caminos lo abría desafiado a un enfrentamiento en Avellaneda y Uriburu. Se desconoce si ese enfrentamiento se produjo. Derecho de admisión. S. R. contó que por esos días la policía no revisaba a "la gente del Panadero" y agregó: "Las armas las metía el Panadero (en el estadio) antes de que empezara el partido y él las entregaba". Dice Beltramone, hablando del sistema de inscripción de los barras en Newell`s: "bajo el mando del Pandero los inscribían supuestamente gratis como socios estadio y para los más allegados como socio activos, siendo que el Panadero tenia las listas de quienes podían ingresar o no, aportadas por los referentes. Repartía entradas para los referentes. que debían estar cuatro o cinco horas antes del partido y les daba de a 50 entradas cada uno y con camiones financiados por el propio Ochoa, provenientes desde distintas partes de la ciudad que traía a la gente", se explica en la resolución. "Si ocurrían detenciones (los referentes o más allegados) El Panadero «bancaba» todo. «Arreglaba» con la policía. Incluso a algunos les «bancaba» el abogado", dice Beltramone, aunque ese beneficio no era para todos. Para el juez, “Betito” Godoy y su familia están siendo sostenidos económicamente por Ochoa.    Los testimonios y transcripciones de escuchas telefónicas dejan ver que Ochoa tiene un fluido contacto con la dirigencia leprosa. Pero nunca de manera directa. “Decile a los dirigentes que yo no hablo más con nadie. Se terminó. Que hagan lo que tengan que hacer”, dijo Ochoa según el contenido del CD 28 del 17 de mayo pasado. Su malestar obedecía a que había inconvenientes para que le entregaran más entradas para uno de los partidos contra Boca. “Bueno, yo se lo que tengo que hacer también ahora. Vas a ver”, dijo, según la escucha.    En otro momento el “Panadero” dice: “Mis protocolos (entradas) no se tocan”. También se establecen diferentes contactos telefónicos con dirigentes y jugadores. “Ochoa pide, solicita, y las voces que aparecen de los jugadores (se muestran) siempre cautas. Siempre alerta”, refiere la resolución. Y agrega: “Como ocurre y es público y notorio, no escapa a la media de lo que ocurre en el fútbol de esta república”.    Otro detalle que marca Beltramone es que Ochoa, estando detenido e incomunicado, seguía manejando la barra intramuros a partir de llamados telefónicos y mensajes de texto. Explica la resolución, a partir de las escuchas, cómo la caja de la barra se alimenta con entradas (para el campeonato local y partidos internacionales, viajes y carteles de publicidad.    Tanto M. P. P. como P. E. A. contaron que la organización era similar a la estructura que tenía Pimpi. “Por barrios, organizados. Cada subjefe, por decirlo de algún modo, trae a «su» gente y viajaban por todo el país. Algunos con entradas gratis y otros pagando. El negocio es grande y redituable”, explica la resolución. Cada gestión del jefe de la barra sale cinco mil pesos, mínimo. De las escuchas se establece una relación de Ochoa con el sector de la barra de Boca Juniors liderada por Mauro Martín. Entre ellos —Ochoa con segundas líneas de Martín, quien está preso— se entrecruzan gentilezas para facilitarse el accionar en lo que debería ser el territorio hostil del visitante.    “Los barras está preocupados por la mayor facturación posible. Todo es fuera del marco legal, entradas de protocolo que se venden, ingresos prohibidos, manejo mafioso dentro del estadio. Son como los dueños en las sombras de los clubes”, indica Beltramone. “La lógica de la violencia, del control sobre las personas, dueños de vidas y patrimonios, donde hay jefes, fuerzas de choque y soldados o sicarios. Negocios y finalmente enriquecimientos personales, todos -claro- ilegales”, referencia Beltramone.